domingo, 30 de junio de 2013

DOMINGO 13º del Tiempo Ordinario

      Historias de llamamientos, de vocaciones. Eliseo, que sigue a Elías y hace una gran fiesta para celebrar la llamada del Señor (1ª lectura: 1 Reyes 19, 16b. 19-21).

      En el Evangelio se prepara la gran prueba de los discípulos. Siguen a Jesús, pero no sienten como Él. ¡Pretenden arrasar una aldea porque no les han dado hospedaje! Y se ganan el reproche de Jesús (Evangelio: Lucas 9, 51-62).

      Seguir a Jesús no es tener poderes, ni avasallar a nadie. Es dejar todas esas cosas, hasta los vínculos e intereses familiares, e irse con el que no tiene nada de este mundo que ofrecer. Y así se gana lo más importante, la libertad. Una libertad que, aunque parezca una paradoja, consiste en hacerse esclavo de todos por amor. Para vivir en esa libertad nos ha liberado Jesús de todas las demás esclavitudes (2ª lectura: Gálatas 5, 1. 13-18). ¡Cuántas cosas nos quitan la libertad! El apego al dinero, la necesidad de prestigio social, el ansia de medrar, el orgullo, la lujuria, la pereza, la mentira... Hay que releer muchas veces las estupendas palabras de Pablo: «Para vivir en libertad Cristo nos ha liberado».

domingo, 23 de junio de 2013

DOMINGO 12º del Tiempo Ordinario

      «Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (2ª lectura: Gálatas 3, 26-29). La fe en Jesús nos hace a todas las personas iguales ante Dios. Por eso importa tanto la pregunta del Evangelio: «Vosotros ¿quién decís que soy yo?» (Lucas 9, 18-24). De su respuesta depende todo.

      Si pensamos que Jesús es un dios disfrazado de hombre, un extraterrestre, o si pensamos que sólo es un gran hombre, sin más, no encontraremos a Dios en Él. Nosotros, como Pedro, conocemos a ese hombre y en ese hombre conocemos a Dios. Porque «Dios estaba con Él» (Hechos 10, 38).

      Esto es lo que esperaba Israel sin saberlo. Todas las promesas mesiánicas (1ª lectura: Zacarías 12, 10-11; 13, 1) se van a realizar en Jesús. Pero no como las esperaba Israel, como un Mesías Rey triunfador sobre otros pueblos, sino como un humilde carpintero que llegará hasta el punto de dar la vida en la cruz para que conozcamos el amor infinito del Padre.

domingo, 16 de junio de 2013

DOMINGO 11º del Tiempo Ordinario

      Nosotros, los pecadores, necesitamos que nos devuelvan la esperanza. Si alguien piensa «No soy pecador», es que, simplemente, es tonto. Nadie se salva de deficiencias, debilidades, errores. Y las religiones, en general, no lo han entendendido. Piensan que todo se arregla con la Ley y el castigo.

      Como vemos en la 1ª lectura (2 Samuel 12, 7-10. 13), el pecado acarrea el castigo de Dios, como condición para el perdón. Jesús se sale de ese molde; sabe que el pecado es nuestra ceguera, nuestra debilidad, nuestra cruz. Y sabe que sólo hay un remedio: el amor. Sólo el amor es capaz de regenerarnos, mejorarnos, sanarnos desde dentro.

      Por eso acoge a los pecadores, y ellos sienten que Él les devuelve la esperanza (Evangelio: Lucas 7, 36-8, 3). Y así lo entiende Pablo (2ª lectura: Gálatas 2, 16. 19-21): la Ley pura y dura mata. Es Jesús el que da vida, porque hace sentir el amor de Dios que acoge a todos sus hijos, en especial a aquellos que se encuentran heridos y enfermos. Jesús revela que Dios no es un juez que busca castigarnos, sino un médico bondadoso y eficaz, que da la vida y sana la enfermedad.

jueves, 13 de junio de 2013

Participa en la JMJ 2013, desde El Rocío

Debido el elevado coste del viaje a Brasil, los obispos de las diócesis del Sur han organizado este encuentro paralelo en el Rocío del 25 al 28 de julio.

La diócesis de Córdoba está preparando ya un encuentro juvenil en la aldea del Rocío, en paralelo a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, Brasil. Una cita para la que ya hay inscritas más de noventa personas de la Diócesis, y que tiene como objetivo “vivir la universalidad de la Iglesia y ofrecer la oportunidad de tener un encuentro personal con Jesucristo y si Iglesia joven”, asegura el Delegado diocesano de Juventud, Antonio José Gama Cruz.

Se trata de un encuentro parecido al que se celebró en el año 2008 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney.

DATOS PRECISOS DEL ENCUENTRO

Así, durante los días 25 al 28 de julio, tendrá lugar la Jornada de Pastoral Juvenil (JPJ), que consistirá en una serie de actividades similares a las que se llevarán a cabo en la JMJ, pudiendo seguir en directo los actos del Santo Padre. El precio de la jornada será de 80 euros y está destinada a jóvenes a partir de 16 años. Los interesados en participar y recibir más información pueden hacerlo en www.lawebdeladele.com, donde se encuentra la hoja de inscripción con fecha límite hasta el 30 de junio, así como en las redes sociales de la delegación.

Diócesis de Córdoba 6/06/2013

domingo, 9 de junio de 2013

DOMINGO 10º del Tiempo Ordinario

      El Evangelio (Lucas 7, 11-17) cuenta que Jesús devuelve a la vida a un joven, hijo único de su madre viuda. La primera lectura (1 Reyes 17, 17-24) narra cómo el profeta Elías hace lo mismo con el hijo de la viuda que le hospedaba en su casa. Y es que Dios no cambia: siempre es el que da la vida, el que quiere que todo el mundo se salve, que trabaja incesantemente por sus hijos, que es capaz de entregar a su mismo Hijo primogénito para la salvación de todos, porque tiene «entrañas de misericordia». Y éste es el Evangelio (la Buena Noticia) que anuncia Pablo en la segunda lectura (Gálatas 1, 11-19), que no es un descubrimiento humano ni una filosofía, sino el mensaje del mismo Dios, el que anuncian al mundo los enviados de Jesús, porque Jesús es el enviado del Padre.

      Aquí está el corazón de nuestra fe: recibimos la Buena Noticia de parte de Dios mismo, porque la hemos escuchado de Jesús, Palabra del Padre. Y esto somos la Iglesia, los que anunciamos esa Buena Noticia de parte de Jesús, por encargo suyo.

domingo, 2 de junio de 2013

DOMINGO. Solemnidad del CUERPO y la SANGRE de CRISTO



      Desde tiempos de Abrahán, el pan y el vino son símbolos sagrados (1ª lectura: Génesis 14, 18-20). Los granos de trigo y de uva, machacados unos y prensados otros, sirven para hacer el pan que nos da fuerzas para trabajar y el vino que alegra nuestro corazón. Jesús también se vio a sí mismo como pan y vino. El grano de uva es machacado y exprimido. Y así es precisamente como llegan a ser fecundos. Eso es Jesús. Y a eso nos llama, a que nuestra vida sea pan y vino para los demás.

      Ya lo entendían así los de Corinto al celebrar la Cena del Señor (2ª lectura: 1 Corintios 11, 23-26). Y el mismo Jesús, cuando dio de comer a la multitud junto al lago, dejó muy claro el sentido de su acción: «Dadles vosotros de comer» (Evangelio: Lucas 9, 11b-17). Porque no se trata sólo de alimentarse de Jesús, sino también ser pan y vino como Él para los demás. El mundo tiene hambre y hay pan y vino para saciarlo, y nuestra misión es dar de comer, porque nosotros tenemos ese pan, un pan que da vida eterna: Jesús.