domingo, 31 de mayo de 2015

DOMINGO. Solemnidad de la SANTÍSIMA TRINIDAD



      ¡Qué extraño dios y qué oscura fe la que campea en la primera lectura! (Deuteronomio 4, 32-34. 39-40).
      La voz de dios desde el fuego, que puede matar, ese dios que se busca un pueblo aniquilando a otros… Israel todavía conoce muy poco a Dios y se lo imagina como propiedad suya, como Señor temible. ¡Qué distinto el Dios de Jesús! Pablo es muy consciente de esa novedad (2ª lectura: Romanos 8, 14-17): «No habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre)».
      Esa novedad es tan buena que en el momento de su despedida, desde la cumbre del monte tal como lo pinta Mateo (Evangelio: Mateo 28, 16-20), la Buena Noticia se convierte en Misión: que todo el mundo conozca que Dios es su Padre, que Jesús es su Palabra; que está en el mundo, con todos nosotros, su Espíritu, su aliento que consuela, anima y fortalece.
      ¡Conocemos a Dios y damos gracias a Jesús, que nos ha mostrado su rostro!

domingo, 24 de mayo de 2015

DOMINGO. Solemnidad de PENTECOSTÉS



      Los relatos de la Ascensión y Pentecostés están llenos de símbolos que comunican estupendos mensajes: Jesús sentado en los cielos, en un trono a la derecha del Padre, no es, evidentemente, una realidad física, sino la expresión de nuestra fe en él.
      La comunidad hablando lenguas que no conoce, con llamas de fuego en las cabezas y vendavales divinos, representa la presencia de Dios y la misión universal. Pero tenemos que dar gracias a Dios porque su Palabra usa nuestros símbolos para que podamos imaginar y entender mejor.
      Lucas (1ª lectura: Hechos 2, 1-11) sitúa todo esto cuarenta días después de la resurrección. Juan (Evangelio: 20, 19-23), en cambio, el mismo Domingo de Resurrección, y con el símbolo del Génesis: «sopló sobre ellos».
      Pero el mensaje está en la segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13): «todos hemos bebido de un solo Espíritu». ¿Cómo se puede beber el espíritu? De la misma manera que se puede recibir echando agua en la cabeza. ¡Qué luminoso es el lenguaje de los signos, si no los estropeamos confundiéndolos con realidades materiales!

domingo, 17 de mayo de 2015

DOMINGO. Solemnidad de la ASCENSIÓN del SEÑOR





      ¡Qué tardos y duros de mollera son los discípulos! El mismo Jesús los llamó así a los de Emaús y hoy vemos dos ejemplos clamorosos. En el último minuto de su presencia los discípulos vuelven a preguntarle si ahora llega el reino, el reino material, el éxito mundano, al estilo de Herodes (1ª lectura: Hechos 1, 1-11). Incluso Marcos todavía piensa que creer en Jesús conlleva una amenaza que linda con la condenación eterna (Evangelio: Marcos 16, 15-20).
      Hasta parece que Pablo, en la Carta a los Efesios, está preocupado por la fidelidad de la Iglesia a Jesús (2ª lectura: Efesios 1, 17-23) y pide intensamente por ella. Pide al Padre que «os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón…». Porque ahí nos jugamos todo, y ahí se nos pide todo. Se nos pide que olvidemos otros dioses, otras religiones, que salgamos de la vieja ley, que abandonemos el temor, que descubramos la estupenda novedad de Jesús.
      Es lo que se nos pide y nos ofrece. Nos están regalando el reino y nosotros nos empeñamos en hacer de él una miserable chabola.

domingo, 10 de mayo de 2015

DOMINGO 6º de Pascua


      Son emocionantes las palabras de Jesús: de aquí en adelante podemos llamarlo «amigo». El mejor amigo, porque él mismo se ha definido así.
      Atrás quedó el sentirse siervo, incluso de Dios. Hay otras palabras mucho mejores como hijo, amigo o hermano.
      Convertirse significa cambiar el corazón a esas palabras (Evangelio: Juan 15, 9-17). El origen de todo esto está en Dios.
      La razón de nuestra amistad, de que lo llamemos Abbá (papá) no está en nosotros mismos sino en que él nos quiere más que nuestras madres (2ª lectura: 1 Juan 4, 7-10).
      Y eso no es privilegio de unos pocos (del pueblo de Israel, de la Iglesia), porque así es Dios con todos.
      Es precioso el descubrimiento de Pedro acerca de los paganos de Cesarea: «Han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros».
      Así nace la Iglesia «católica», es decir, universal, con una gran noticia: no existe pueblo elegido, sino que existe el amor de la madre por todos sus hijos.

domingo, 3 de mayo de 2015

DOMINGO 5º de Pascua


      Preciosa imagen para entendernos a nosotros mismos. La Iglesia entera se entiende como una vid: formada por raíces, tronco, ramas, hojas, fruto… Un solo ser viviente (Evangelio: Juan 15, 1-8). El Espíritu de Jesús la vivifica, de las raíces a los racimos.
      De ahora en adelante, la Iglesia sabe qué es lo más importante: permanecer unidos a Jesús, vivir de su savia, de su espíritu. «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí».
      Este es el espíritu que rezuma la carta de Juan (2ª lectura: 1 Juan 3, 18-24). El espíritu de Jesús es amar con obras: «En eso conocemos que somos de la verdad».
      Y precisamente este espíritu es el que aparece en la primera lectura (Hechos 9, 26-31), donde vemos cómo se incorpora Pablo por primera vez a la Iglesia de Jerusalén (con muchas dificultades y recelos, dado su pasado) y se da una preciosa imagen de esta: «Progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo».