domingo, 24 de mayo de 2015

DOMINGO. Solemnidad de PENTECOSTÉS



      Los relatos de la Ascensión y Pentecostés están llenos de símbolos que comunican estupendos mensajes: Jesús sentado en los cielos, en un trono a la derecha del Padre, no es, evidentemente, una realidad física, sino la expresión de nuestra fe en él.
      La comunidad hablando lenguas que no conoce, con llamas de fuego en las cabezas y vendavales divinos, representa la presencia de Dios y la misión universal. Pero tenemos que dar gracias a Dios porque su Palabra usa nuestros símbolos para que podamos imaginar y entender mejor.
      Lucas (1ª lectura: Hechos 2, 1-11) sitúa todo esto cuarenta días después de la resurrección. Juan (Evangelio: 20, 19-23), en cambio, el mismo Domingo de Resurrección, y con el símbolo del Génesis: «sopló sobre ellos».
      Pero el mensaje está en la segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13): «todos hemos bebido de un solo Espíritu». ¿Cómo se puede beber el espíritu? De la misma manera que se puede recibir echando agua en la cabeza. ¡Qué luminoso es el lenguaje de los signos, si no los estropeamos confundiéndolos con realidades materiales!