domingo, 10 de mayo de 2015

DOMINGO 6º de Pascua


      Son emocionantes las palabras de Jesús: de aquí en adelante podemos llamarlo «amigo». El mejor amigo, porque él mismo se ha definido así.
      Atrás quedó el sentirse siervo, incluso de Dios. Hay otras palabras mucho mejores como hijo, amigo o hermano.
      Convertirse significa cambiar el corazón a esas palabras (Evangelio: Juan 15, 9-17). El origen de todo esto está en Dios.
      La razón de nuestra amistad, de que lo llamemos Abbá (papá) no está en nosotros mismos sino en que él nos quiere más que nuestras madres (2ª lectura: 1 Juan 4, 7-10).
      Y eso no es privilegio de unos pocos (del pueblo de Israel, de la Iglesia), porque así es Dios con todos.
      Es precioso el descubrimiento de Pedro acerca de los paganos de Cesarea: «Han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros».
      Así nace la Iglesia «católica», es decir, universal, con una gran noticia: no existe pueblo elegido, sino que existe el amor de la madre por todos sus hijos.