domingo, 30 de agosto de 2015

DOMINGO 22º del Tiempo Ordinario


      De dentro afuera, de fuera adentro. Ser cuidadosos con los preceptos humanos, pero no atender a la Palabra de Dios. Mucho lavarse las manos, honrar a Dios con los labios, pero tener lejos de él el corazón (Evangelio: Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23). Formidable retrato de Jesús que nos obliga a preguntar, ¿qué es religión? Mi modo de vivir ¿tiene algo que ver con lo que Dios espera de mí? Israel lo sabía desde antiguo: obedecer a Dios, cumplir sus mandatos, «ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría» (1ª lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8). Pero de corazón, no como un rito de sumisión, sino como una apertura del corazón a su palabra. Porque Dios busca nuestra salud, felicidad, no nuestra sumisión.
      Es preciosa la síntesis de Santiago (2ª lectura: Santiago 1, 17-18. 21b-22. 27): «Aceptad dócilmente la palabra, llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo». Estupendo resumen. Y es que se trata de dos religiones distintas: lavarse las manos antes de comer no tiene nada que ver con echar una mano al que te necesita.

domingo, 23 de agosto de 2015

DOMINGO 21º del Tiempo Ordinario


      Hay un momento en la vida de Jesús en el que muchos, incluso de sus fieles seguidores, no aguantan su mensaje (Evangelio: Juan 6, 60-69). Se les presentó el momento de elegir: lo de antes, lo de siempre o, por el contrario, cambiarse a Jesús.
      Hasta los más íntimos dudan. Pero Pedro, portavoz de todos, da la respuesta perfecta: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Esa fue la misma elección que tuvieron que hacer los israelitas al llegar a la tierra prometida. Su jefe, Josué, se la plantea de manera clara e inequívoca: ¿vais a servir al Señor o a otros ídolos? (1ª lectura: Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b). Y es emocionante ver al pueblo entero optando por Dios.
      La segunda lectura (Efesios 5, 21-33) nos da ocasión para distinguir entre la Palabra de Dios y nuestras costumbres y opiniones. Es claro que Pablo sigue la mentalidad de la época, aun cuando introduce con claridad el amor y el respeto entre los cónyuges, novedad que rompe los moldes anteriores y sí se funda en Jesús.

domingo, 16 de agosto de 2015

DOMINGO 20º del Tiempo Ordinario


      Evidentemente, ese hombre ni ningún hombre pueden dar a comer su carne. Morder a Jesús no tiene nada de fe ni de religión. Se trata de que nosotros nos alimentamos de muchas cosas, de viandas, diversiones, ambiciones, venganzas… Pero eso no da más que una vida caduca y pobre.
      Jesús ofrece otro pan, otra agua, otro vino, capaces de satisfacer del todo, de dar una vida que no muere con la muerte (Evangelio: Juan 6, 51-58).
      Existe un pan del cielo y un agua que mana hasta la vida eterna. Y es de sabios aprovechar el regalo de Dios, Jesús, el alimento que el Padre ofrece a sus hijos. «Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia» (1ª lectura: Proverbios 9, 1-6).
      Es de sabios atender al que más sabe, fiarse de Jesús, Sabiduría de Dios. Otros modos de vida nos pueden deslumbrar, pero «no seáis insensatos» (2ª lectura: Efesios 5, 15-20) y agradeced al Padre el regalo que nos ha hecho: Jesús, nuestro pan, nuestra agua, nuestro vino.

sábado, 15 de agosto de 2015

Solemnidad de la ASUNCIÓN de NUESTRA SEÑORA


asuncion


      El Evangelio (Lucas 1, 39-56) muestra a María llena del Espíritu. María ya está en el Reino, no hace falta recurrir a espectaculares vuelos por las nubes.
      Ha sido ascendida, de una fe primitiva y leguleya a la comprensión de Jesús, aún no nacido. Sabe que el Reino es de los pobres, sabe que la obra de Dios está ya en plenitud, que su proyecto está en marcha, que «si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección», que el niño que lleva en su seno va a reinar en los corazones de todos (2ª lectura: 1 Corintios 15, 20-27a).
      También el Apocalipsis sabe que «ahora se ha establecido la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo» (1ª lectura: Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab).
      Porque hoy es día de esperanza. El final no es el desastre y el triunfo del mal, sino que el final es la humanidad liberada encontrándose con su Madre Dios para siempre.

domingo, 9 de agosto de 2015

DOMINGO 19º del Tiempo Ordinario


      Todos saben que Jesús no es más que un carpintero, hijo del carpintero, y conocen a su madre (Evangelio: Juan 6, 41-51). No ha bajado del cielo sino de sus padres. Es un impostor.
      No han entendido nada, siguen pensando en apariciones espectaculares, en dioses deslumbrando desde montañas humeantes. No pueden reconocer a Dios en un hombre de apariencia normal.
      Pero Dios resplandece en Jesús… para el que no espere dioses-ídolos llenos de poder y crueldad. Del cielo no caen rayos para atemorizar y destruir, sino pan para alimentar.
      El mismo pan que dio fuerzas al propio Elías (1ª lectura: 1 Reyes 19, 4-8) para atravesar el desierto y llegar al encuentro con Dios en el monte. Ese es el pan que hace posible el estupendo milagro de una vida según Jesús, tal y como la describe Pablo (2ª lectura: Efesios 4, 30-5, 2).
      Vivir así es un milagro, solo posible por la fuerza de Dios. Para eso contamos con el Pan de Dios, Jesús, el hijo de José y María.

domingo, 2 de agosto de 2015

DOMINGO 18º del Tiempo Ordinario


      El mundo de lo religioso está lleno de símbolos que muchas veces hablan mejor que las palabras.
      No pocas veces los símbolos que se refieren a Dios son espectaculares, grandiosos e incluso aterradores: la montaña en llamas, el viento huracanado, el trono del rey… Se refieren ante todo al poder, que provoca temor y sumisión.
      Jesús habla con otros signos, que hablan de otro Dios. Dios es alimento. El signo tiene antiguas raíces, como el maná con que el Señor alimentó a su pueblo en el desierto (1ª lectura: Éxodo 16, 2-4. 12-15). Esto se culmina en el Evangelio (Juan 6, 24-35): «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre». Nosotros los humanos, ¿de qué tenemos hambre y sed? ¿Qué es lo que más necesitamos? Más aún que la salud o el dinero, necesitamos la paz, la amistad, la fidelidad, la honradez. Esa hambre se sacia con Jesús.
      Pablo nos lo deja aún más claro (2ª lectura: Efesios 4, 17. 20-24): «Dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas».