domingo, 16 de agosto de 2015

DOMINGO 20º del Tiempo Ordinario


      Evidentemente, ese hombre ni ningún hombre pueden dar a comer su carne. Morder a Jesús no tiene nada de fe ni de religión. Se trata de que nosotros nos alimentamos de muchas cosas, de viandas, diversiones, ambiciones, venganzas… Pero eso no da más que una vida caduca y pobre.
      Jesús ofrece otro pan, otra agua, otro vino, capaces de satisfacer del todo, de dar una vida que no muere con la muerte (Evangelio: Juan 6, 51-58).
      Existe un pan del cielo y un agua que mana hasta la vida eterna. Y es de sabios aprovechar el regalo de Dios, Jesús, el alimento que el Padre ofrece a sus hijos. «Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia» (1ª lectura: Proverbios 9, 1-6).
      Es de sabios atender al que más sabe, fiarse de Jesús, Sabiduría de Dios. Otros modos de vida nos pueden deslumbrar, pero «no seáis insensatos» (2ª lectura: Efesios 5, 15-20) y agradeced al Padre el regalo que nos ha hecho: Jesús, nuestro pan, nuestra agua, nuestro vino.