domingo, 17 de febrero de 2013

DOMINGO 1º de Cuaresma

      «Nadie que cree en él quedará defraudado», dice Pablo a los romanos (2ª lectura: Romanos 10, 8-13). El mismo mensaje del Deuteronomio (1ª lectura: 26, 4-10): Israel, pueblo insignificante, se fía de Dios y se lanza al desierto hasta llegar a la patria prometida por Él. Jesús hace lo mismo en el monte de la tentación (Evangelio: Lucas 4, 1-13): inconmovible ante las tentaciones que quieren apartarlo de su misión y le ofrecen vanos triunfos fáciles y espectaculares.
      Cuaresma, cuarenta días caminando hacia la Resurrección, es imagen de la vida misma. Un camino peligroso, lleno de engaños, de tentaciones, con riesgo constante de elegir mal, de escuchar voces halagadoras, de buscar ofertas de felicidad que son vanas. También Jesús tuvo tentaciones, también recorrió el peligroso camino de vivir. Pero se dejó arrastrar por el Viento de Dios que le llevó hasta el final, hasta que, a punto de morir, pudo decir: Consummatum est, misión cumplida. No se ha dejado llevar por dudosos espíritus y halagadoras tentaciones; el Viento de Dios ha sido más fuerte. Ése es Jesús, nuestro modelo, hermano en la tentación, hombre arrastrado por el Viento de Dios.