domingo, 24 de febrero de 2013

DOMINGO 2º de Cuaresma

      En la cumbre del monte, el lugar por excelencia de la manifestación de Dios, Moisés y Elías conversan con Jesús; la Ley y los Profetas, los dos personajes del Antiguo Testamento que hablaron con Dios en la cumbre del Sinaí. Y, desde lo profundo de una nube, la voz de Dios proclama quén es Jesús.

      Una manígnifica escena en la que Lucas (Evangelio: 9, 28b-36) representa la esencia misma de la fe. Si nos preguntamos quién es Jesús, aquí está la respuesta. Si nos preguntamos qué tenemos que hacer, aquí nos lo dicen: escucharle. Estamos como Abrahán (1ª lectura: Génesis 15, 5-12. 17-18), que se tropezó con una llamada de Dios y una promesa que parecía poco convincente. Pero se fio de Dios, dejó su tierra y se lanzó al desierto.

      A eso mismo se nos invita, a dejar nuestros afanes de pura tierra y fiarnos de Jesús para ser «ciudadanos del cielo», como lo expresa Pablo a los Filipenses (2ª lectura: 3, 17-4, 1).

      Y es que precisamente en esto se resume todo: fiarse de Jesús, escucharle y vivir de otra manera, tan superior a la manera de la tierra como están los cielos elevados sobre la tierra.