domingo, 8 de marzo de 2015

DOMINGO 3º de Cuaresma

      Tres lecturas llenas de sorpresas, de sobresaltos. La más dura, la tercera (Evangelio: Juan 2, 13-25): Jesús a latigazo limpio con los mercaderes. ¿Este es el Jesús que acoge a los pecadores, que cura a los enfermos, que acaricia a los niños?

      Pero hay que recordar (2ª lectura: 1 Corintios 1, 22-25) que Jesús es «fuerza y sabiduría de Dios». ¿Por qué nos sorprende verlo látigo en mano vaciando el Templo? ¿No será que no lo hemos entendido bien? ¿Quizá en aquel Templo no se adoraba a Dios como él quiere, sino que era un nido de abusos y mentiras? Pero ¡qué largo ha sido para la humanidad el camino del conocimiento de Dios!

      Podemos ver sus comienzos (1ª lectura: Éxodo 20, 1-17): contiene maravillas y otros tantos disparates. ¿Cómo escucharemos la Palabra de Dios sin estropearla? La respuesta es sencilla: Jesús es la Palabra definitiva. No necesitamos milagros ni filosofías. Contemplar a Jesús, enamorarse de él, seguirlo. El camino está bien marcado, Jesús es la verdad y el camino.