domingo, 5 de mayo de 2013

DOMINGO 6º de Pascua

      He aquí la suprema osadía del Apocalipsis (2ª lectura: 21, 10-14. 22-23), que se atreve a llamar a la humanidad «la novia de Dios». Está muy bien lo de la ciudad definitiva brillante y enjoyada, sin necesidad de sol ni de templo porque Dios está en medio... Pero le falta un toque. Le falta hablar del corazón de Dios, y ése es el fuerte de Jesús. Parece que nos remontamos a los profetas o al Cantar de los Cantares. La ciudad parece hablar del omnipotente, pero la novia habla del enamorado. Y ésa es la Revelación de Jesús.

      Junto a eso, ¿qué queda de las pequeñeces en las que se debatieron algunas veces las primeras comunidades? (1ª lectura: Hechos 15, 1-2. 22-29). Lo que queda es la palabra de Jesús, la que muestra el Evangelio (Juan 14, 23-29): «El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él».

      El amor como fundamento de todo, de Dios creador, de Jesús, de la vida cotidiana, de la fe y de la esperanza. Dios Todopoderoso es el Amor Todopoderoso. Y en ese Amor se fundamenta nuestra esperanza.