El libro de Job crea
las más bellas imágenes para sugerir la grandeza de Dios, que pone límites al
mar y frena su arrogancia (1ª lectura: Job 38, 1. 8-11). ¿Cómo tendremos una
imagen de Dios? ¿Será suficiente contemplar lo más magnífico de sus criaturas,
el mar, la montaña, la tempestad?
Jesús duerme en la barca, en medio de la
tormenta (Evangelio: Marcos 4, 35-40) que aterroriza a los discípulos.
Pero no hay nada que temer si Jesús está con ellos.
Es una preciosa imagen de la
Iglesia, azotada por todos los vientos y las tempestades. Nada hay que temer si
Jesús está en la barca. Podemos escuchar hoy para nosotros la palabra de Jesús:
«¿Aún no tenéis fe?». Y es que el que vive con Cristo es una criatura nueva. Lo
viejo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
No estamos oprimidos por el temor, sino
que «nos apremia el amor de Cristo» (2ª lectura: 2 Corintios 5, 14-17). Pero si
nos preguntamos como los discípulos «¿quién es este?», tenemos la respuesta: el
hombre lleno del Espíritu, del Viento de Dios.