jueves, 2 de septiembre de 2021

Restitución del culto a Nuestra Señora de la Soledad


Una vez finalizado el procedimiento de restauración de la Santísima Virgen de la Soledad, el pasado sábado, 28 de agosto, fue restituido el culto a la bendita imagen en la iglesia parroquial; motivo por el que, desde la tarde del sábado hasta la noche del domingo, permaneció expuesta a veneración de los fieles en la nave del evangelio, justo delante de la Capilla del Santísimo Cristo de la Humildad ―lugar donde recibe culto de manera ordinaria―. Asimismo, el domingo, 29 de agosto, a las ocho y media de la tarde, tuvo lugar la santa misa en honor de María Santísima de la Soledad, sagrada titular de nuestra hermandad.


Para tan extraordinario acontecimiento, la venerada imagen vestía de forma similar a como lo solía hacer cada mañana de Viernes Santo, al menos, desde que existe documentación gráfica hasta el último tercio del siglo pasado: mediante la conjunción de los colores blanco y negro en su terno procesional. En esta ocasión tan especial, la Santísima Virgen ―vertebradora de un armonioso y efímero conjunto, erigido para mayor honra de la misma― lucía unos preciosos zarcillos, una hermosa mantilla ―a modo de tocado―, un fastuoso rosario y una majestuosa corona; zarcillos cedidos por don Sebastián Montes Carpio, escultor e imaginero; mantilla, rosario y corona por don Eduardo Serrano Gómez, vestidor.


Con respecto a la intervención que, sobre nuestra sagrada titular, ha efectuado el citado escultor villarrense, cabe reseñar que dicha actuación, de algo más de tres semanas de duración, ha consistido, principalmente, en la limpieza exhaustiva del rostro y de las manos ―esto es, retirada de la suciedad adherida con el paso del tiempo, así como de ciertos repintes y barnices posteriores a su policromado primigenio―, la eliminación de distintas fisuras ―causadas por los movimientos propios de la madera―, la sustitución de los brazos articulados por unos nuevos ―más acordes con las dimensiones del cuerpo― y la incorporación de nuevos postizos ―lágrimas y pestañas de pelo natural―; todo, con la finalidad de optimizar el estado de conservación de la bendita imagen, tallada por don Juan Martínez Cerrillo en 1953. Concluido tan acertado procedimiento de restauración, Nuestra Señora de la Soledad se muestra tan radiante y espléndida como cuando, a mediados del siglo pasado, fuera concebida por su reconocido autor.