Los dos eran hombres frágiles, llenos de defectos, pero también de amor incondicional a Jesús. Los dos sintieron que Jesús les encargaba una misión (Evangelio: Mateo 16, 13-19) y dijeron que sí hasta la muerte. Emociona y admira su vida, recorriendo el mundo entero toda su vida, Pablo con Bernabé y Marcos, Pedro con su mujer, como apóstoles itinerantes entregados a vida y muerte a anunciar la Buena Noticia. De ellos nació la fe de muchas iglesias, y de las nuestras, y de cada uno de nosotros. Por ellos conocimos a Jesús. Y les estaremos eternamente agradecidos.
domingo, 29 de junio de 2014
DOMINGO. Solemnidad de san PEDRO y san PABLO, apóstoles.
Pedro y Pablo, dos
columnas de la primera Iglesia, que coinciden en algo profundo: sufren por el
Evangelio y mueren por el Evangelio. Las dos primeras lecturas se fijan en esto
(1ª lectura: Hechos 12, 1-11; 2ª lectura: 2 Timoteo 4, 6-8). Y los dos morirán
casi al mismo tiempo, probablemente en Roma. Emocionantes las palabras de
despedida a Timoteo: «Y estoy a punto de ser sacrificado y mi partida es inminente:
he combatido bien mi combate… el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar
el evangelio». Los dos fueron llamados por Jesús, y los dos aceptaron el
llamamiento.
Los dos eran hombres frágiles, llenos de defectos, pero también de amor incondicional a Jesús. Los dos sintieron que Jesús les encargaba una misión (Evangelio: Mateo 16, 13-19) y dijeron que sí hasta la muerte. Emociona y admira su vida, recorriendo el mundo entero toda su vida, Pablo con Bernabé y Marcos, Pedro con su mujer, como apóstoles itinerantes entregados a vida y muerte a anunciar la Buena Noticia. De ellos nació la fe de muchas iglesias, y de las nuestras, y de cada uno de nosotros. Por ellos conocimos a Jesús. Y les estaremos eternamente agradecidos.
Los dos eran hombres frágiles, llenos de defectos, pero también de amor incondicional a Jesús. Los dos sintieron que Jesús les encargaba una misión (Evangelio: Mateo 16, 13-19) y dijeron que sí hasta la muerte. Emociona y admira su vida, recorriendo el mundo entero toda su vida, Pablo con Bernabé y Marcos, Pedro con su mujer, como apóstoles itinerantes entregados a vida y muerte a anunciar la Buena Noticia. De ellos nació la fe de muchas iglesias, y de las nuestras, y de cada uno de nosotros. Por ellos conocimos a Jesús. Y les estaremos eternamente agradecidos.