domingo, 21 de julio de 2013

DOMINGO 16º del Tiempo Ordinario

      La misteriosa visita de los tres personajes (¿ángeles?) a la tienda de Abrahán (1ª lectura: Génesis 18, 1-10a) se suele entender como una visita del mismo Dios para confirmar su alianza.

      El Evangelio (Lucas 10, 38-42) cuenta otra visita. Jesús en casa de las hermanas Marta y María. Marta se afana en ofrecer lo que tiene: pan, queso, aceitunas... Y Jesús dice «Marta, que no he venido a merendar sino a estar con vosotras: ven, siéntate, vamos a charlar tranquilamente». Y es que María acertaba: ¡quién pudiera disfrutar de Jesús, tranquilo, en su propia casa, apurando cada palabra, cada gesto! Eso sí que es necesario, lo más, lo único necesario.

      Este relato es una llamada a nuestra oración. Todo lo demás puede ser bueno, pero estar con Jesús, beber sus palabras, sentirlo íntimamente, eso es la fuente de nuestra fe. Porque Jesús para nosotros es todo. Porque «Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza... Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria» (2ª lectura: Colosenses 1, 24-28). En Jesús descubrimos a Dios; estarse con Jesús es lo único necesario.