El encuentro con Jesús los va a cambiar de arriba abajo, van
a entender las Escrituras, se les abren los ojos y re-conocen a Jesús, porque
antes apenas si lo conocían. Hasta el punto de que toda su fe va a sufrir un
cambio radical: «por Cristo, vosotros creéis en Dios» (2ª lectura: 1 Pedro 1,
17-21). Antes creíais en Yahvé, fiándoos de Moisés y las Escrituras. Ahora
creéis en Abba, porque os fiais de Jesús. Y ¡qué poderosa es la fe de aquellos
primeros seguidores de Jesús! El día de Pentecostés, Pedro, que había negado a
Jesús por miedo a una criada, se atreve a hablar de Jesús ante todo el pueblo: «Vosotros
lo matasteis en una cruz, por mano de paganos, pero no era posible que la
muerte lo tuviera bajo su dominio» (1ª lectura: Hechos 2, 14. 22-33). También
Pedro ha resucitado: estaba muerto de miedo, muerta su esperanza y su fe. Ahora
no: la fe en Jesús lo ha hecho valiente, se ha transformado en apóstol
(enviado) de Jesús.