Felipe siente un arrebato místico: «Muéstranos al Padre y eso nos basta» (Evangelio: Juan 14, 1-12). Y Jesús lo hace aterrizar: «Ya me has visto, Felipe, no vas a ver más».
Corazón de nuestra fe: lo que sabemos de Dios no lo debemos a la filosofía ni a nuestro cerebro: lo vemos en Jesús y nos vasta. Jesús es «la piedra angular», la clave de toda la fe (2ª lectura: 1 Pedro 2, 4-9).
Algunos edificadores construyen sobre otras piedras, incluso posponen a Jesús y buscan a Dios por otros caminos. Se equivocan, Jesús es nuestra «piedra filosofal», que convierte en oro toda nuestra fe y todo nuestro conocimiento de Dios. Y es un regalo de Dios. ¡Qué bien lo entienden los apóstoles cuando definen su función así!: «Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra» (1ª lectura: Hechos 6, 1-7).
Esa es nuestra clave, y la función del sacerdote: la oración y la palabra, para poder comunicar a otros su fe en Jesús, la piedra fundamental de todo el edificio que es la Iglesia.