viernes, 12 de octubre de 2012

AÑO JUBILAR AVILISTA


      Este pasado domingo, día 7 de octubre, el Papa inauguraba en el Vaticano, en una Misa en la Plaza de San Pedro, el Sínodo de Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe, que culminará el día 28 de este mismo mes de octubre. Así mismo, el Santo Padre nombraba Doctores de la Iglesia Universal a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen, sumando ya en total treinta y cinco Doctores de la Iglesia, de los cuales, contamos con cuatro españoles, incluido éste último: San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y San Juan de Ávila.
      Ayer mismo, jueves 11 de octubre, quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y vigésimo aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, abríamos el Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, con el objetivo de «redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada», tal y como decía el Sumo Pontífice en la carta apostólica Porta Fidei, del 11 de octubre de 2011, con la cual, Benedicto XVI convocaba el Año de la Fe; éste es el mismo objetivo de la Nueva Evangelización: una llamada a cada uno de los católicos, para que profundicemos en la propia fe, de forma que con la enseñanza que ésta transmite, vivamos y así actuemos en consecuencia, transmitiéndosela a los demás. Por otra parte, este Año de la Fe será clausurado el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey.
      Hoy, viernes 12 de octubre, día festivo en toda España, con motivo del día de su Fiesta Nacional, así como por la celebración de la onomástica de la Patrona de la Hispanidad, la Virgen del Pilar, nos disponemos en nuestra diócesis, y en concreto en la localidad de Montilla, a inaugurar el Año Jubilar de San Juan de Ávila, que se celebrará desde este mismo día 12 de octubre hasta el 19 de octubre de 2013. Jubileo concedido a Montilla por el Papa Benedicto XVI por petición expresa del Obispo de Córdoba, con motivo de la celebración de la proclamación del doctorado de San Juan de Ávila; siendo éste,  un año de gracia especial junto al sepulcro de este nuevo Doctor de la Iglesia.

      Será un año jubilar que arrancará con una procesión por primera vez del Santo Maestro por las calles de la localidad montillana, acompañada por la urna de sus reliquias (que visitaron nuestra parroquia durante la pasada Cuaresma), desde la parroquia de Santiago hasta la plaza de la Rosa, a las 17:30 horas, con el acompañamiento musical de la Banda de CC. y TT. de la Coronación de Espinas de Córdoba. Una vez llegados a la plaza, a las 19:00 horas, se celebrará una Solemne Eucaristía Pontifical de Apertura del Año Jubilar presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, en la que intervendrá el Coro del Seminario Diocesano San Pelagio. Al finalizar la celebración, la procesión continuará hasta la Basílica Pontificia, donde el prelado, procederá a la apertura solemne de la puerta del templo jubilar.

      A partir de este momento, Montilla se convertirá en un referente para la cristiandad mundial, de una forma especial, mientras dure el Año Santo; siendo un lugar de peregrinaciones constantes para visitar los lugares avilistas y venerar el sepulcro del Patrón del Clero Secular español, así como un lugar para acercarnos más a Dios y recibir su perdón abundante.

      Este gran acontecimiento será retransmitido en directo por Cadena Cope, que se trasladará el viernes, 12 de octubre, hasta el Santuario para contar minuto a minuto todo lo que vaya aconteciendo durante la Apertura del Año jubilar.
      Así mismo, este próximo domingo, 14 de octubre, la Diócesis de Córdoba está convocada en la Catedral a las 12:00 horas, con todas sus parroquias, sus cofradías y hermandades, todas sus instituciones y personas para celebrar una Misa de Acción de Gracias por este don inmenso del doctorado de San Juan de Ávila, que es concedido por Dios a la Iglesia universal, y particularmente a la diócesis de Córdoba. Esta celebración será retransmitida en directo por 13 TV. Anteriormente, a las 11:00 horas, tendrá lugar la procesión con el relicario del corazón de San Juan de Ávila, desde la parroquia de San José y Espíritu Santo hasta la Santa Iglesia Catedral, pasando por el Puente Romano.

REFLEXIÓN SOBRE SAN JUAN DE ÁVILA

      San Juan de Ávila, beatificado por el Papa León XIII, el 4 de abril de 1894; declarado Patrono del Clero Secular español, el 2 de julio de 1946 por Pío XII; canonizado por Pablo VI el 31 de mayo de 1970, y nombrado recientemente Doctor de la Iglesia Universal por S.S. Benedicto XVI, fue clericus cordubensis (cura de la diócesis de Córdoba). Córdoba es su diócesis: predicaba frecuentemente en Montilla, las célebres misiones de Andalucía (y parte de Extremadura y Castilla-La Mancha), las organizaba desde Córdoba, y en el Alcázar Viejo de Córdoba reunió a veinticinco compañeros y discípulos con los que trabajaba en la evangelización de las comarcas vecinas. Justamente, la evangelización fue desde siempre la dedicación de su vida. En un principio se dedicó a la evangelización de su propio pueblo (Almodóvar del Campo en Ciudad Real). Más tarde se ofreció como misionero al nuevo obispo de Tlaxcla (Nueva España), Julian Garcés, que habría de marchar para América en 1527 desde el puerto de Sevilla; con tal propósito se trasladó allí con su compañero de estudios en Alcalá, Fernando de Contreras, quien habló de su proyecto con el arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique; éste ordenó a Juan de Ávila que abandonara esa idea y evangelizase Andalucía, labor a la que desde entonces se consagró de pleno y por la que será llamado «Apóstol de Andalucía».
      Por tanto, la definición que mejor cuadra a Juan de Ávila es la de predicador. Éste es precisamente el epitafio que aparece en su sepulcro: «mesor eram». El centro de su mensaje era Cristo crucificado, siendo fiel discípulo de San Pablo. Predicaba tanto en las iglesias como incluso en las calles. Sus palabras iban directamente a provocar la conversión, la limpieza de corazón. El contenido de su predicación era siempre profundo, con una teología muy escriturística. Pero ésta estaba sobre todo precedida de una intensa oración. Cuando le preguntaban qué había que hacer para predicar bien, respondía: «amar mucho a Dios».

      En sus discípulos dejó impresa la ilusión por la vocación sacerdotal, el amor al sacerdocio, con los matices de la vida eucarística, vida litúrgica y de oración personal profunda, devoción al Espíritu Santo, a la Pasión del Señor, a la Virgen María, entrega total al servicio desinteresado de la Iglesia en la expansión del Reino, y la predicación de la Palabra de Dios. Pero lo que consideraba esencial en todo aquel que quería ser buen sacerdote era la vida de oración, ya que en la caridad y en la oración era, en los que según él habrían de consistir los exámenes de Órdenes.

      Una cruz grande de palo en su habitación de Montilla, la renuncia a las prebendas y obispados (el de Segovia y Granada), así como el capelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), son índice de la pobreza y humildad de quien «fue obrero sin estipendio…, y habiendo servido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real» (Lic. Muñoz). No renunció al episcopado por desprecio, sino por imitar al Señor y por sentirse indigno. Su amor a la pobreza no tiene otra motivación sino un amor profundo a Jesucristo. Asistía a los pobres. Vivía limpia y pobremente y no consiguieron cambiarle el manteo o la sotana ni aun con engaño.

      Su humildad le llevó a ser un verdadero reformador. No pudieron sacarle ningún retrato. Su predicación iba siempre acompañada del catecismo a los niños; su método catequético tiene sumo valor en la historia de la pedagogía.

      El afán por la extensión del Reino aparece en sus obras y palabras. Las cartas a los predicadores son pura llama de apóstol. No admitía que murmurasen de nadie. La castidad la veía en relación al sacerdocio, principalmente como ministro de la Eucaristía. La devoción a María la expresa continuamente y la aconseja a todo el mundo.

      De todas sus virtudes, de su prudencia, consejo, discreción, etc., hablan sus biógrafos. Entregado al estudio continuo de las Escrituras y de otras materias eclesiásticas, gastando su vida en la oración, predicación y fundación de obras apostólicas y sociales, en la dirección de las almas y en la enseñanza del catecismo, en la formación de sacerdotes y futuros sacerdotes, Juan de Ávila es un maestro de apóstoles.



EL DOCTORADO

      Con respecto a su reciente doctorado es preciso decir que éste fue anunciado (a petición de la Conferencia Episcopal Española) por el Papa Benedicto XVI, el 20 de agosto de 2011, al finalizar la misa celebrada con motivo del encuentro con los seminaristas en la Catedral de la Almudena de Madrid, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud. La fecha prevista para tal declaración fue anunciada, también por el Papa, el 27 de mayo de 2012, Domingo de Pentecostés, para el día 7 de octubre de este mismo año.

      De manera, que el Sumo Pontífice en virtud de su suprema autoridad apostólica ha declarado Doctor de la Iglesia a nuestro San Juan de Ávila, para decir en definitiva a toda la Iglesia, de todos los tiempos, que San Juan de Ávila es un santo, cuya doctrina merece la pena conocer, estudiar, asimilar y vivir. Él es un verdadero maestro de vida cristiana en tiempos de cambio. El es un evangelizador dedicado con toda su vida a que todos conozcan el amor de Cristo. Él ha buscado que nuevos sacerdotes, bien formados y santos, aporten la nueva savia del Evangelio a un mundo nuevo.
      Sigamos las huellas de este clericus cordubensis, Juan de Ávila, que nos incita a perderlo todo con tal de ganar a Cristo para nosotros y para los demás. Esa es la nueva evangelización, de la cual, él ya fue precursor y ahora se nos muestra como modelo a seguir, inmersos en este Año de la Fe.

PETICIÓN A SAN JUAN DE ÁVILA
      Que san Juan de Ávila nos alcance a todos santidad de vida, ímpetu misionero, deseo de gastar nuestra vida por la Iglesia. Nos alcance muchos y santos sacerdotes para la nueva evangelización.

      Que nuestra fe crezca, alimentada por esta nueva evangelización que se inicia, a través de la Palabra de Dios, con las enseñanzas que Jesucristo nos aporta en Ella, de forma que aprendamos, reflexionemos, vivamos y transmitamos de una nueva, renovada y actualizada forma, el mensaje contemporáneo que nos ofrece el Maestro. Tengamos para ello esperanza de que así suceda, guiados y ayudados indudablemente por Jesús y su Bendita Madre, que como dijo el Santo Padre en la Homilía de ayer, con motivo de la Apertura del Año de la Fe: «brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización».

José Antonio Cuevas Salguero 12/10/2012