martes, 2 de abril de 2013

Comenzamos un nuevo período, el de las GLORIAS

      Pasado el Domingo de Resurrección, todo y todos volvemos a la normalidad rutinaria. Una Semana Santa más, nos deja, sin duda, para el recuerdo, por lo lluviosa que ha sido; pero, en definitiva, como cofrades y, por tanto, católicos, la hemos vuelto a celebrar con el mismo sentimiento de siempre, quizás intensificado por el Año de la Fe y el Año Jubilar de San Juan de Ávila, que celebramos en nuestra diócesis. Esa especial vivencia de la Semana Santa desde la fe, la conversión y la meditación, de la que hablaba al principio de esta Semana, la más importante para todo cristiano y católico, debe tener ahora su fruto, en este tiempo en el que Jesús ha renacido entre nosotros, ha triunfado victorioso ante el pecado y la muerte; su ejemplo, y el de su bendita Madre se nos ofrece como único camino a seguir en esta nueva Pascua, la de Resurrección.
      Es la Resurrección, la que nos debe de invadir, y ver en ella, el camino de nuestro renacer como personas cristianas, integrantes de una sociedad y una Iglesia, que como todo en este mundo debe mejorar siguiendo ese ejemplo del que hablaba anteriormente, el de Jesucristo, fundador y guía de la Iglesia a la que pertenecemos; y como no, el de María, su Madre, Madre de esta Iglesia, y en consecuencia de todos nosotros, que con su luz de Estrella nos orienta por la senda del bien.
      Que la Resurrección gloriosa del Señor, nos llene de alegría plena tras su muerte, y tenga fruto abundante en nosotros, viendo éste su flor durante este tiempo pascual y de gloria, ya que, como dijo el propio Jesús a sus discípulos, y así queda constatado en el Evangelio según San Juan: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto».
José Antonio Cuevas Salguero 1/04/2013