
A su vez, en el presbiterio catedralicio, la imagen de Jesús Nazareno junto a las reliquias del nuevo Beato presidieron la ceremonia, en la que también concelebraron una decena de obispos y más de un centenar de sacerdotes.
En la homilía, el Cardenal Amato comenzó recordando que “hoy la Congregación de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno y los fieles de Córdoba están de fiesta por la beatificación de un hombre cuya santidad ha sido vivida en esta ciudad”. Tras recorrer datos biográficos y los aspectos más destacados de su vida, el Cardenal destacó los “rayos” de su corona de santidad, definiendo al nuevo Beato como un hombre “de grande fe” y de profunda caridad porque “la vida del Padre Cristóbal está concentrada en aliviar la pobreza e implorar a la divina Providencia”. Por eso, reiteró que “la primera gran lección de nuestro Beato es su profundo espíritu de fe”. En este sentido, recordó también que “es verdaderamente un santo para nuestro tiempo”. Y concluyó pidiendo su intercesión en las Hermanas Franciscanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, presentes en Córdoba y en muchas ciudades, para que les guíe, les fortifique y haga florecer la Congregación con santas y numerosas vocaciones”.
Por su parte, el Obispo de Córdoba agradeció al Papa Francisco el haber proclamado Beato al Padre Cristóbal, así como al pueblo de Córdoba por el apoyo recibido y el cariño que profesan a este “hombre de santidad”.
Procesión “Nazarena”
Después de la celebración, pasadas las dos de la tarde, comenzó la procesión de Jesús Nazareno precedida por las reliquias del Padre Cristóbal hasta su sede canónica, el propio Hospital de Jesús Nazareno, que él fundó. Mientras tanto, en el Patio de los Naranjos, en medio de una densa nube de incienso, cientos de fieles aguardaron esta salida procesional en la que no sólo participaron las autoridades civiles, sino que hubo una numerosa participaron de las cofradías del Nazareno procedentes de diversos puntos de la diócesis.
Jesús Nazareno, te rogamos, que mediante la intercesión del Beato Cristóbal de Santa Catalina infundas en nosotros las virtudes de la fe, caridad y esperanza, que este pobre sacerdote, ya llamado santo en vida, demostraba, con su ejemplo en el discurrir de sus días. Que su vida, concentrada en aliviar la pobreza e implorar pacientemente a la divina Providencia, sea la guía, fortaleza y florecimiento para la Congregación de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, que él mismo fundó. Aunque también, que este Beato, nos sirva como ejemplo a todos tus fieles Señor Nazareno, que junto a tu Bendita Madre, nos concedas ese don de poder seguirte, como lo hizo el Padre Cristóbal, de poder fomentar las virtudes antes mencionadas, esperando por tanto con fe, que tu Providencia sea efectiva en nosotros; sirviéndonos para auxiliar al más desfavorecido para construir así un mundo mejor y que éste se mantenga mediante la colaboración de todos nosotros; al igual que el Padre Cristóbal hacía y por lo que obtuvo de Ti, Señor, esta promesa referida al Hospital que él mismo fundó, y que colocó escrita en la puerta de éste: «Mi Providencia y tu fe, mantendrán esta casa en pie». Amén.

Diócesis de Córdoba – José Antonio Cuevas Salguero 9/04/2013