domingo, 28 de abril de 2013

DOMINGO 5º de Pascua

      Leyendo la 1ª lectura (Hechos 14, 21b-27) se tiene la impresión de estar viendo una humanidad nueva. Es la comunidad de Antioquía, llena de fe, fraterna, compartidora de bienes, misionera. Parece como si se hubiera realizado en ella el sueño de Jesús, como si se cumplera el mandamiento del amor que expresa el Evangelio (Juan 13, 31-33a. 34-35): «Os doy un mandato nuevo; que os améis unos a otros como yo os he amado». Es una sociedad distinta, una socieda alternativa: eso es lo que tenemos que ser nosotros, la Iglesia.

      Porque el sueño de Dios es una humanidad santa (ha pasado ya lo viejo); un universo nuevo, porque es nuevo el corazón de los humanos, donde Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado (Apocalipsis 21, 1-5a).

      Soñar, soñar en Dios como supremo consuelo, soñar en el futuro como un sueño que no puede fallar. Y trabajar, porque todo eso es proyecto y el Padre nos ha llamado a colaborar, a trabajar en ese Proyecto.