domingo, 14 de abril de 2013

DOMINGO 3º de Pascua

      ¿Qué hacen esos discípulos, con Pedro y Juan al frente, pescando en Genesaret? (Evangelio: Juan 21, 1-19). ¿No se han enterado aún de la misión? Pero se van a enterar: «Pedro, apacienta mis ovejas».

      La presencia de Jesús les va a devolver a los dicípulos a Jerusalén, a empezar la gran batalla. Así lo vemos en la 1ª lectura (Hechos 5, 27b-32. 40b-41), dando la cara valerosamente por Jesús porque «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres»; azotados, pero dando la cara hasta acusar al Sanedrín del asesinato de Jesús: «a quien vosotros matasteis colgándole de un madero». Y felices a pesar de todo: ellos «salieron del Consejo, contentos de haber mercido aquel ultraje por nombre de Jesús».

      El Apocalipsis (2ª lectura 5, 11-14) lanza la mirada mucho más lejos, al final de toda la aventura humana. Y ve el triunfo del Reino, vistiéndolo con maravillosos símbolos que representan el éxito del plan de Dios con miríadas de millares de triunfadores con Jesús, que somos nosotros, definitivamente resucitados con Él para la Gloria del Padre.