Otra parábola sorprendente de Jesús es la que compara a Dios con un juez injusto, que hace justicia a regañadientes y por malos motivos (Evangelio: Lucas 18, 1-8). Entendamos bien: «Si vosotros, que sois malos, hacéis a veces las cosas bien, ¿cómo no las va a hacer vuestro Padre, infinito en bondad?».
Pero la lectura del Antiguo Testamento (1ª lectura: Éxodo 17, 8-13) parece cometer un error: es como si Dios sólo ayudara cuando se le pide. Y no es verdad, pues ya dijo Jesús que Él sabe muy bien lo que necesitamos. La verdad es que en todo hay que preferir a Jesús y fiarse de Él.
«Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda comprensión y pedagogía» (2ª lectura: 2 Timoteo 3, 14-4, 2). Esa Palabra es Jesús, que es el Vino nuevo que rompe los viejos odres. A veces pensamos que Jesús es el Antiguo Testamento mejorado. No es así. Jesús es «Buena Noticia», una novedad estupenda que nos cambia los esquemas, nos cambia de estilo y, sobre todo, nos cambia la imagen de Dios que tenemos.