Con estas palabras ha calificado el Cardenal Rouco Varela al Obispo cordobés del siglo IV en la Eucaristía de clausura del Congreso Internacional de Osio, celebrada en la Catedral.
El Congreso Internacional de Osio de Córdoba, celebrado del 28 al 31 de octubre, se ha clausurado litúrgicamente con una Eucaristía, celebrada en la Catedral de Córdoba, que ha estado presidida por el Cardenal Antonio María Rouco Varela y concelebrada por el Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández González, y el Delegado del Pontificio Consejo para la Cultura, Carlos Alberto de Pinho Moreira, junto a una veintena de sacerdotes.
Al comienzo de la Misa el Obispo de Córdoba ha agradecido el esfuerzo realizado por el Cardenal para estar presente en la Eucaristía, “lo cual significa la importancia que le ha querido dar a esta clausura y a este acontecimiento”. Asimismo ha agradecido también a los profesores y a los organizadores el trabajo realizado.
Por su parte Mons. Rouco Varela en la homilía ha valorado lo que ha sido el Congreso desde “la perspectiva de la gracia de la fe y del amor de Dios que permite hacer ciencia humana, aplicar la razón a las fuentes y a los criterios de la fe”. De igual modo, ha destacado que este Congreso ha tratado de “volver al origen de las fuentes mismas de la trasmisión de la fe” en un tiempo “en el que las dudas y las controversias dentro de la Iglesia se dirigen al misterio central de Cristo” y frente a lo que Osio se mantiene como “un testigo apostólico y valiente del Evangelio”.
De otro lado, ha incidido en la importancia de la publicación del Edicto de Milán, del cual se celebra el 1700 aniversario, que supone “el cese de las persecuciones de los cristianos y un paso decisivo a vivir la verdad religiosa como un derecho”, aunque esto no se hará realidad, según ha puntualizado el Cardenal, hasta siglos posteriores. Finalmente, ha invitado a la asamblea a tener la valentía de Osio para ser testigos de Cristo en este tercer milenio de la historia de la cristiandad.
Diócesis de Córdoba 31/10/2013