¡Qué bien se está en la presencia de Dios, sintiéndolo cerca, junto al mismo Jesús! (Evangelio: Mateo 17, 1-9). Pedro tiene razón, pero la vida no es toda así, ni mucho menos.
Vivir es caminar, salir de la tranquila mediocridad para buscar algo mejor, el Reino, y eso es cuesta arriba. Dios se hace presente y consuela y anima, pero también pide, propone mejorar, salir de lo de siempre y aspirar a más (1ª lectura: Génesis 12, 1-4).
Pablo también invita, «toma parte en los duros trabajos del evangelio» (2ª lectura: 2 Timoteo 1, 8-10), porque eso es vivir de verdad, no conformarse con felicidades superficiales, aspirar a lo máximo. Pedro, Santiago y Juan ven una gloria fascinante... pero tienen que bajar del monte, tienen que seguir a Jesús hasta el Calvario, porque no se trata de ser feliz en la vida disfrutando sin más.
Se trata de que estamos metidos en el Proyecto de Dios, se trata de que hemos recibido la Buena Noticia, se trata de que podemos aspirar a más, para nosotros y para todos. Esa es nuestra misión, la única que puede hacernos verdaderamente felices.