La verdad es que en los tiempos que vivimos no podemos menos que estar preocupados por la comida, el vestido, la subsistencia. Y Jesús no dice que no nos ocupemos de esas cosas, sino que no sean nuestra preocupación más grave.
Así se plantea en el principio del texto (Evangelio: Mateo 6, 24-34): «No se puede servir a dos señores, no podéis servir a Dios y al dinero». Así que la pregunta es «¿quién es mi señor? ¿Qué es lo que manda en mí, en mis decisiones, en mi modo de vivir?».
Me parece que este mensaje se dirige más bien a los que ya tenemos lo suficiente, porque nunca nada es suficiente, y queremos siempre más, y acabamos sometidos a lo que deseamos. Pero lo primero es cómo queremos ser; lo dice muy bien Pablo (2ª lectura: 1 Corintios 4, 1-5): «Que la gente solo vea en vosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios». Es decir, lo primero es el Reino, y así nos deben ver, preocupados ante todo por el Reino.
No es nada fácil, pero no estamos solos. Si en algo creemos es en que nuestro Padre siempre está ahí, que nunca nos va a abandonar (1ª lectura: Isaías 49, 14-15).