lunes, 8 de septiembre de 2014

Fiesta mayor de Villa del Río: día grande del pueblo en la onomástica de su Patrona

 
Cuando llega una fecha significativa, celebramos algo porque significa para nosotros; cuando amanece el ocho de septiembre hay algo que en nuestro corazón se enciende, en el corazón de cada villarrense una luz brilla, ilumina, se engrandece, da sentido a lo que celebramos; la luz de la fe da significado a la fiesta mayor del pueblo; la Estrella, luminaria sin igual, constituye un gran corazón en el que se encuentra el de todos y cada uno de sus hijos; en honor a Ella celebramos aquí la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, Ella da sentido total al día más grande, más significativo y más importante del cual goza este bendito pueblo en el que nací, en el que nacimos un día todos los villarrenses que hoy estamos de fiesta, venerando, honrando, dedicándola, a la Madre de Dios, a la nuestra, que quiso aparecerse en la zarza villarrense, en el humilladero de la vida de este pueblo, en el monte, para bajar a conocer la realidad de sus hijos, de sus fieles y devotos, de los que la veneran y la imploran con fervor, especialmente hoy, siguiendo las indicaciones del Guía supremo y Buen Pastor, Jesucristo; por ello, por ser ejemplo y guía para nosotros, Ella encierra todos nuestros corazones en uno más grande, y, precisamente debido a tal causa, hoy celebramos y dedicamos este día grande a Ella.

Día grande de Villa del Río, día 8 de septiembre, festividad de la Madre por siempre villarrense; día radiante sin igual, día de luz, de Estrella, de guía, de Madre y Virgen, de Patrona y Alcaldesa perpetua y eterna; día magno de Villa del Río, día de las numerosas hijas de Ella, de Estrellas; celebrémoslo como merece Nuestra Señora su día, siéntanse orgullosas de llamarse como Ella, de tener impreso ese nombre en sus vidas, de vivir ese signo y su significado, de ser llamadas por el nombre más bello que jamás haya existido, de ser hijas seguidoras de María y de infundir ese sentimiento en cada uno de sus hijos; comportémonos como verdaderos cristianos y católicos, sintiendo la llama ardiente de la fe como María, y haciéndola viva, significativa, grande, cada día, expandiendo el fuego con gran resplandor, esa luminaria sin igual, que nos envía un mensaje de vida que hemos de recibir, vivir, demostrar y expandir.

Un hecho, un día significativo, siempre es esperado y tenido en cuenta, siempre estamos deseosos de volverlo a vivir renovado, de nuevo, pero con su esencia antiquísima y pura; un día o un hecho significativo es siempre guardado en nuestra mente por su gran importancia; de esta forma, lo que nos gusta es esperado con ganas por el sentimiento que genera, significativo, en nosotros; cuando presenciamos, experimentamos, vivimos eso, nos llenamos de una satisfacción inmensa, de una alegría interior, de una paz y un amor grandes, fuertes, eficaces, fructíferos y gratos, que se reflejan en nuestra expresión, más viva que nunca, más fuerte y grande. La fotografía constituye todo un reflejo de lo que siente una persona, de lo que se siente en la vida de cualquier ser vivo, de aquello que transmite a través de su expresión, siempre significativa.

Aquello que queremos, que nos gusta, que tenemos presente, es por su importancia y significado, grande y bueno para nosotros, grato, fructífero y eficaz, saciador de nosotros. El buen deseo a las personas que queremos por lo que han hecho o dicho por nosotros, es una buena y gran forma de correspondencia, significativa, fructífera y grata para aquellos que se sientan parte de esa relación importante, establecida, constituida, consolidada y formada. Una unión se convierte en relación cuando hay correspondencia, identificación y amistad, amor, en definitiva, entre las personas; porque toda gran y buena unión tiene como fin último o meta el amor entre sus integrantes, por ser ese gran sentimiento que relaciona a las personas. Por ello, compartimos cosas cuando merece la pena hacerlo, cuando compartimos un mismo sentimiento, una misma fe, un mismo fervor, cuando nos sentimos identificados con ello, lo sentimos plenamente y nos sentimos reconocidos al máximo, sin límite casi, disfrutando de ello, de lo que nos gusta, sacia y llena, nos colma de gracia, fuerza y poder pleno para obrar bien y por el bien.

Este día así como los demás festivos, son ocasión especial para vivirlos bien, para experimentar los sentimientos y valores enunciados, para vivir siguiendo el modelo de María. Vivir en familia, con los seres más queridos, estos días, pero también otros grandes a lo largo del año, sentir ese apoyo de tus seres queridos así como el de la Madre amada y el Niño bendito, es un sentimiento significativo donde los haya y gratificante, es grande y bueno, fructífero, saciante, pleno; nos hace llenarnos como se llenó María del Espíritu del Señor para afrontar su intensa vida de Madre, de esclava, lo cual la hizo Señora y Abogada nuestra, Madre en la que confiar, a la que honrar y celebrar gozosamente. Celebremos las glorias de María Santísima de la Estrella Coronada y de Nuestro Señor Jesucristo; que ellos nos amparen, nos guíen, nos lleven más cerca de lo que quieren para nosotros, de lo que merecemos, del sentimiento digno que ha de vivir, sentir, significar, en cada uno de nosotros; alcancemos con nuestras acciones, grandes, la grandeza de la vida, aprendamos de una vez cuál es su verdadero significado, el que nos desvelan Jesús y María.

La Patrona ya ha bajado, nos trae el mensaje de la nueva evangelización en este nuevo año de la fe, todos lo son; aceptémoslo y hagámonos partícipes de él, de las enseñanzas de su Hijo, el Maestro, de su ejemplo, del ejemplo de Ella, la Madre, la Estrella, la guía, la luz; acudamos a Ella y respondámosle a su mensaje o llamada, en el acompañamiento, la colaboración y participación, acercándonos a Ella y sintiéndola allá donde vayamos a obrar por el bien de todos, a ser útiles, a prestar nuestro servicio y a demostrar nuestra valía –para eso estamos–.

¡Felicidades Estrellas! Y ¡viva por siempre la Virgen de la Estrella Coronada: una Estrella que brilla en el Alto Guadalquivir, a los pies del cerro Morrión, y que reina en Villa del Río!

Jesús Cuevas Salguero 8/09/2014