María, nuestra Madre –porque así
es presentada a Juan por Jesús agonizante–, se ha quedado sola a los pies de la
Cruz; María llora la ausencia del Hijo, de su Señor, de Jesús Hombre Salvador;
María se encuentra en una situación desafiante pero Ella es fuerte y carga con
la cruz, Ella sabe apartar de sí y de sus hijos todo mal, Ella descubrirá que
lo que ha sucedido traerá mayor gloria al mundo con la Resurrección, el
misterio salvador de Jesucristo, el misterio de la Cruz, que se convierte en
gloriosa al ser el medio por el cual Jesús salva, libra del pecado y de la
muerte, nos trae la vida en su plenitud; María sabe, como nadie, qué es cargar
con la Cruz y seguir al Maestro, Ella ha sido traspasada por una espada, una
espada que va de lado a lado de su mismo corazón, ardiente, aún así, de amor
por su Hijo y sus hijos pecadores.
Hoy, 15 de septiembre, día en el
que cada año hacemos memoria de Nuestra Madre bendita en sus Dolores, en su más
intensa y sufriente Soledad, en su más extrema Amargura, María nos invita a
vivir y sentir sus misterios dolorosos, a seguirla en sus pasos y caminar de su
mano, a acompañarla para que ni Ella ni nosotros nos sintamos tan solos
buscando la Verdad, la gracia que nos infunde, la alegría que trae consigo el
Verbo de Dios hecho carne, vivo y eterno, Gloria nuestra por siempre y única,
que nos llena de plenitud y sacia de espíritu vivo, joven, nuevo.
Finalmente, aprovechando la
celebración del día de hoy, que honra y gloría a nuestra titular, dedicada a
Ella, Madre nuestra, María santísima de la Soledad, presento este poema de José
Capdevilla Orozco en honor de Nuestra Señora:
En el Calvario, a la cruz abrazada, / estabas sola, Soledad, penando / triste y sola, Soledad, llorando: / por el mundo entero abandonada / a consolarte, Madre nadie llega.Jesús Cuevas Salguero 15/09/2014