Aunque utiliza fórmulas y expresiones muy primitivas (2ª lectura: 1 Tesalonicenses 4, 13-18) que no nos van, lo importante es que Pablo piensa en el final feliz de los humanos, «estaremos siempre con el Señor». Pero esto no es un regalo que nos autoriza a echarnos a dormir. Al revés, Jesús insiste siempre en que hay que estar alerta (Evangelio: Mateo 25, 1-13), que la vida no se puede echar a perder, que hay que aprovechar las oportunidades, vivir con las orejas bien dispuestas para escuchar la palabra, que las oportunidades de servir al prójimo pasan y hay que aprovecharlas, que estamos invitados a una boda, el Reino, pero hay que entrar, no quedarse dormidos y hacer de la vida algo inútil y estéril que se acabe con una muerte vacía.
Esa es la verdadera sabiduría (1ª lectura: Sabiduría 6, 12-16), que no consiste en saber muchas cosas sino en saber vivir. Ni siquiera hay que buscarla afanosamente, como si fuera una ciencia difícil y oculta.
Jesús es la Sabiduría de Dios, y es Dios mismo quien nos busca para que lo oigamos. Así que a despertar, a espabilar las orejas, que la Palabra es garantía de futuro.