domingo, 23 de agosto de 2015

DOMINGO 21º del Tiempo Ordinario


      Hay un momento en la vida de Jesús en el que muchos, incluso de sus fieles seguidores, no aguantan su mensaje (Evangelio: Juan 6, 60-69). Se les presentó el momento de elegir: lo de antes, lo de siempre o, por el contrario, cambiarse a Jesús.
      Hasta los más íntimos dudan. Pero Pedro, portavoz de todos, da la respuesta perfecta: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Esa fue la misma elección que tuvieron que hacer los israelitas al llegar a la tierra prometida. Su jefe, Josué, se la plantea de manera clara e inequívoca: ¿vais a servir al Señor o a otros ídolos? (1ª lectura: Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b). Y es emocionante ver al pueblo entero optando por Dios.
      La segunda lectura (Efesios 5, 21-33) nos da ocasión para distinguir entre la Palabra de Dios y nuestras costumbres y opiniones. Es claro que Pablo sigue la mentalidad de la época, aun cuando introduce con claridad el amor y el respeto entre los cónyuges, novedad que rompe los moldes anteriores y sí se funda en Jesús.