¿De qué hablabais por el camino?
Jesús conoce bien a los discípulos, y sabe que aún no han comprendido gran
cosa. Se pelean por ser el más importante, eso es lo que los ocupa, de eso
hablaban en el camino (Evangelio: Marcos 9, 30-37). Le va a costar mucho hacerles
entender que es al revés, que el primero es el que se hace servidor de todos.
Los discípulos, aunque no se dan cuenta, se parecen a los impíos de los que
habla la primera lectura (Sabiduría 2, 12. 17-20). Odian al justo porque su
vida les resulta un reproche continuo, y llegan a la blasfemia de pensar que si
ellos lo matan, Dios lo salvará. Hay pocas deformaciones en la religión tan
perversas como esta.
El propio autor de la segunda lectura (Santiago 3, 16-4,
3) conoce muy bien la terrible capacidad del ser humano para destruir la
humanidad obedeciendo a sus instintos perversos. Esa capacidad de envidiar, de
hacerse la guerra, de odiar, será la que matará a Jesús. Es verdad, a Jesús lo
mataron los pecados: la envidia, la intolerancia, la cobardía, la mentira...
Son los pecados los que nos matan también a nosotros.