Un año más, Villa del Río tiene el honor y la satisfacción de felicitaros a vosotras, Estrellas, en este día tan especial, en vuestro día y a la vez en el de la Virgen de la Estrella, nuestra Patrona.
Nunca me cansaré de exaltar este gran día;
vosotras sabéis por qué, por ser el de nuestra Madre y Patrona, por ser Ella la
Estrella que guía nuestro caminar, la que nos conduce siempre por el buen
camino para un día llegar a la Gloria Celestial junto a Ella y a su Bendito
Hijo Jesús, que sostiene tiernamente en sus brazos.
Y vosotras, que lleváis por nombre el de
Ella, el de Estrella, tenéis el gozo y el orgullo de llamaros así, de
presentaros ante el mundo con el nombre de una advocación mariana singular y a
la vez plural: singular, por ser una advocación única y a la vez bonita y
entrañable como nombre a la Madre de Dios; plural, porque contiene el verdadero
y único ser y sentir de María, de Nuestra Madre a la vez de la de Nuestro
Señor. Estrella, es luz, es guía para el camino, es esperanza, es esfuerzo, es
valentía, es superación, es amor y caridad para con el prójimo, es amor a Dios
y fe en Él; fe en el Hijo que entrega su vida, como María desde el anuncio del
Ángel Gabriel; y fe en el Espíritu Santo que desciende sobre nosotros como
Señor y dador de vida, procedente del Padre y del Hijo, que con la llama de la
fe nos enciende el corazón que nos retorna de nuevo a la fe en ese caminar
diario y constante, nos conduce junto a María, mediadora entre Dios y nosotros,
hacia la Luz, el Maestro, que es Jesús, vivo y presente en cualquier lugar y
momento junto a nosotros, y de forma más potente y eficaz si cabe, en la
Eucaristía, principal Celebración de los cristianos, por ser en la que se nos
presenta en forma de Pan y Vino ante nosotros, para que comamos y bebamos de su
Cuerpo y Sangre, Resucitada y resucitadora.
Estrella, significa mucho, me atrevería a
decir que es la advocación mariana más bonita y sentida que de María podemos
encontrar, ya que, como en el anterior párrafo he expuesto, es la que nos guía
y nos conduce a afirmar las verdades de nuestra fe, como cristianos y católicos
arraigados y edificados en ellas, en Cristo, por tanto, firmes en la fe; lo que
nos induce a un compromiso, a ir y hacer discípulos a todas las naciones; eso
es precisamente lo que María en su advocación de Estrella desea que hagamos,
que nos desvivamos por Cristo y por los demás como hacía precisamente el recién
nombrado Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila, fiel seguidor del Maestro, de
su Evangelio, de sus Enseñanzas, del ejemplo de María, que lo convirtió en
discípulo misionero de Jesús, evangelizando Andalucía; precisamente esto es lo
que el Santo Padre nos ha confiado a los jóvenes tras la pasada Jornada Mundial
de la Juventud en Brasil, que nos hagamos discípulos misioneros de Jesús para
evangelizar especialmente a nuestros semejantes, a los jóvenes.
Estrella, es vuestro nombre, vuestro
símbolo, es nuestro auxilio, nuestro consuelo, nuestra protección, nuestra
ayuda, y lo más importante, nuestra gracia. Ella es pura, humilde y eterna
Gracia de Dios: pura, por ser concebida sin pecado original, sin mancha
(Inmaculada); humilde, por presentarse pobre y pequeña ante nosotros, ante su
Hijo, por serle fiel a Él y a nosotros ante las grandes adversidades y el gran
dolor que tuvo que soportar («Una espada de dolor te atravesará el corazón»); y
eterna, por ser por siempre la Gracia que de Dios recibimos, mediante su
intercesión y mediación, como canta el himno en su honor.
El nombre de Estrella resuena en este día
tan especial con sonido propio en nuestro pueblo. Hoy es la Fiesta de la
Natividad de la Santísima Virgen María, y a la vez la Festividad de Nuestra
Señora de la Estrella Coronada; es su cumpleaños y su día igualmente, y también
es vuestro día, Estrellas.
Y sí, hoy es vuestro día Estrellas, hoy
es 8 de septiembre, las campanas nos llaman a la Santa Misa, a la Solemne
Procesión de de la venerada Imagen de
la Virgen de la Estrella Coronada, «Una mujer vestida de sol, la luna por
pedestal, coronada con doce estrellas». El pueblo, nuestro pueblo, su pueblo,
vive las fiestas en su honor desde ayer día 7 de septiembre, día de tu
Procesión de Bajada, día esperado por tus hijos devotos, fieles a ti, a tu
Bendito Hijo Jesucristo, al Padre que es la Vida, la Verdad y el Amor en la
unidad del Hijo y del Espíritu Santo, que nos transmite en nuestra Confirmación
de la Fe y mediante la intercesión de la Virgen María, Estrella que guía
nuestro caminar, la Fuerza y la Gracia para ser discípulos incondicionales de
Jesús.
S.S. Francisco, representante de Dios en
la Tierra, afirma que la grandeza de una sociedad se determina por cómo trata
al necesitado, esa grandeza además no está en las cosas sino en el corazón; por
ello, tal y como asegura el Sumo Pontífice, nadie puede permanecer indiferente
ante las desigualdades del mundo, es más, debemos primero buscar lo que nos une
y luego ver lo que nos separa, ya que la vida es un don de Dios, que siempre se
ha de tutelar y promover. Es por ello que ante los graves acontecimientos que
están teniendo lugar en Siria, convocaba para el día de ayer, 7 de septiembre,
víspera de la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, Reina de la
Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y
en el mundo entero.
La
Estrella es Madre de Nuestro Señor Jesucristo, Madre Nuestra, Virgen María,
concebida sin pecado original y entregada a Dios y a nosotros, desde el
instante en el que tal y como San Marcos narra en el Evangelio, el Ángel le
anuncia que dará a luz a un Hijo, cuyo nombre será Jesús, ya que Dios así lo
quiere, a lo cual responde: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según
tu Palabra». Sigamos este camino como Ella, conducidos por su luz, esa que nos
trae el mensaje del Mesías, que nos guía en el camino de la nueva
evangelización propuesta por la Iglesia, que nos conduce a la fe, y
transformémonos como el Pan y el Vino para poner nuestro cuerpo sobre el Altar,
para ofrecernos a Jesucristo y así sea Él el que viva en nosotros. De esta forma, aceptándolo y haciéndonos
partícipes de su Mensaje y de su Ejemplo, la
fe y el espíritu de renovación será primero sembrado y tras ello reavivado en
cada uno de nosotros; para así encender desde Villa del Río, la luz, la
estrella, la llama, el resplandor que tenga como fruto una comunidad al
servicio de ella misma, es decir, de uno para con el otro y para con el mismo
Dios que nos da la vida, como método de superación propio de personas deseosas
por ser mejores, de hacer el bien, y caminar así por el sendero que el mismo
Dios desea para nosotros: el del amor, del perdón, de la caridad, de la fe, de
la esperanza y de la fraternidad.
Los segadores sintieron sed y encontraron
en su búsqueda una fuente, junto a la cual había una zarza en la que una
Estrella brillaba fuertemente; esa Estrella es María, cuyo signo es la propia
estrella y cuyo deseo es la paz; sigámosla, Ella nos guiará hacia la Gloria
Celestial.
¡Felicidades Madre Nuestra de la
Estrella!, ¡felicidades Estrellas!, ¡felicidades Villa del Río!
«La Virgen entra al templo, a su Casa, en
su pueblo, la Ermita queda lejos esperando el regreso, Villa del Río va a tener
estos días a su Virgen un poquito más cerca, ¡arde la traca, el pueblo está de
fiestas, la Virgen con nosotros!».
¡Viva la Virgen de la Estrella!
Jesús Cuevas Salguero