sábado, 4 de abril de 2015

SÁBADO SANTO. Vigilia Pascual


      «No está aquí. Ha resucitado. No busquéis entre los muertos al que está vivo». Resucitar significa cambiar de vida, entrar en una vida diferente. A esto precisamente invita Dios a Israel (1ª lectura: Éxodo 14, 15-15, 1): abandonar una vida que no lo es, que más bien deberíamos llamar muerte.
      Pablo (2ª lectura: Romanos 6, 3-11) lo entiende muy bien: por el bautismo, al incorporarnos a la Iglesia y al modo de vivir según Jesús, abandonamos un modo de vivir que no merece ese nombre. Crucificamos el modo viejo para entrar en otro modo, luminoso y para siempre, el de Jesús.
      Las mujeres al amanecer del domingo (Evangelio: Marcos 16, 1-7), descubren que la vida mortal de Jesús es solo algo pasajero, que su vida completa está más adentro y más allá, incluso más allá de la muerte. Y descubren también que se nos invita a todos a incorporarnos a esa vida.
      Jesús ya ha llegado a su destino, ha entrado en la plenitud de Dios. Y se nos invita a seguirlo.