domingo, 26 de abril de 2015

DOMINGO 4º de Pascua


      Durísimo el sermón de Pedro (1ª lectura: Hechos 4, 8-12): «Habéis tirado la piedra angular, habéis rechazado al Enviado de Dios». Es ya la ruptura: la Iglesia rechaza la religión de aquellos que decían obedecer a la Palabra de Dios.
      La Iglesia ha de estar dispuesta a parecerse a Jesús (2ª lectura: 1 Juan 3, 1-2) y arriesgarse al rechazo de muchos. «El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él». Es dramático el dilema de aquellos sacerdotes, fariseos, doctores: tenían que cambiar de Dios.
      El Dios de Jesús, el que vemos retratado hoy en el Evangelio (Juan 10, 11-18), se parece poco al temible Yahvé. Y su obsesivo cumplimiento de la Ley se ve desplazado por el amor fraterno. A veces no nos damos cuenta de que al decir «Evangelio» estamos diciendo Buena Noticia. Es decir «estupenda novedad».
      Y es muy posible que incluso nosotros mismos, creyentes del siglo XXI, todavía no hayamos descubierto la novedad de Jesús.