Durísimo el sermón de
Pedro (1ª lectura: Hechos 4, 8-12): «Habéis tirado la piedra angular, habéis
rechazado al Enviado de Dios». Es ya la ruptura: la Iglesia rechaza la religión
de aquellos que decían obedecer a la Palabra de Dios.
La Iglesia ha de estar
dispuesta a parecerse a Jesús (2ª lectura: 1 Juan 3, 1-2) y arriesgarse al
rechazo de muchos. «El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él». Es
dramático el dilema de aquellos sacerdotes, fariseos, doctores: tenían que
cambiar de Dios.
El Dios de Jesús, el que vemos retratado hoy en el Evangelio
(Juan 10, 11-18), se parece poco al temible Yahvé. Y su obsesivo cumplimiento
de la Ley se ve desplazado por el amor fraterno. A veces no nos damos cuenta de
que al decir «Evangelio» estamos diciendo Buena Noticia. Es decir «estupenda
novedad».
Y es muy posible que incluso nosotros mismos, creyentes del siglo XXI,
todavía no hayamos descubierto la novedad de Jesús.