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La fraternidad con Dios, aceptándolo como Padre y esforzándonos en vivirla al estilo de Cristo, hermano nuestro –que debe verse reflejada en nuestro comportamiento evangelizador y solidario, y, alegre, porque Jesús ha nacido gracias a María, su madre, que nos lo ofrece, y Madre Nuestra, porque Jesús nos la da también como protectora e intercesora de todos nosotros, como corazón puro y maternal que siempre está a nuestro lado, con el que siempre podemos contar–; y la fraternidad con el prójimo, la comunión plena con nuestros hermanos y nuestra familia –fuente de la que debe fluir y debemos aprender y experimentar por vez primera este valor y don, compartiendo nuestra riqueza (material y espiritual)–, es el fundamento y camino necesario para alcanzar la paz, y todo que en sí contiene, y, la alegría de la Navidad, de Dios con nosotros, que se hace mayor (se multiplica) cuanto más abramos nuestro corazón fraternalmente a los que nos acercamos y no la tienen, a los que sufren, como expresa el Obispo de Córdoba en su Mensaje de Navidad. Enfrentemos este nuevo año con fortaleza, valor y esperanza, tal y como nos exhorta el Papa; de esta forma nos encontraremos realizados, alcanzaremos nuestras metas y logros, tendremos la fuerza necesaria para salir al encuentro de nuestros hermanos infundida por Jesús que ha salido del seno del Padre para buscar a los hombres, y experimentaremos la paz, la alegría y la comunión con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos en nuestro corazón y en el de nuestra familia. ¡Feliz, Próspero, Fructífero y Fraternal Año Nuevo!
Jesús Cuevas Salguero