jueves, 17 de abril de 2014

JUEVES SANTO. Cena del Señor


      ¡Qué lejos nos quedan los viejos ritos de la vieja Ley! (1ª lectura: Éxodo 12, 1-8. 11-14). No nos cabe en la cabeza que Dios mismo se pase la noche matando egipcios inocentes. Pero tal relato no es más que un símbolo, destinado a celebrar la liberación del pueblo, la salida de la esclavitud.

      Habrá otra liberación, con signos más humildes: la que narra Pablo (2ª lectura: 1 Corintios 11, 23-26). Es la Cena del Señor. Ya no hay cordero sangriento ni enemigos machacados. Se trata de compartir el pan y el vino, se trata de comulgar con Jesús.

      Y Juan lo entiende muy bien (Evangelio: Juan 13, 1-15): en vez de contar la Cena de Despedida, nos ofrece una foto del corazón de Jesús: hacerse esclavo (servidor) de todos. Eso es comulgar, hacerse todo a todos, vivir pensando en lo que necesitan los otros, sin darse importancia, sin poder, sin espectáculo, como un humilde sirviente que cumple su misión pasando inadvertido.

      Hoy es día de comulgar desde el fondo del alma, comulgar con Jesús, para que haga nuestro corazón semejante al suyo.