sábado, 19 de abril de 2014

SÁBADO SANTO. Vigilia Pascual

 

      «Nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado» (2ª lectura: Romanos 6, 3-11). ¿Cuál es nuestra vieja condición? ¿Necesitamos liberación? Creo que este es nuestro problema básico: los pecados nos matan, pero nos atraen. Venganza, lujuria, pereza, soberbia, violencia, los celos... destruyen nuestra vida y la de los demás. Es un formidable engaño. Ahí entra Dios, no como Juez, porque no somos culpables, sino como médico, porque necesitamos curación.

      Parece imposible, como parecía imposible que los israelitas se libraran del ejército atravesando el mar (1ª lectura: Éxodo 14, 15-15, 1). Pero para Dios no hay nada imposible. Parecía imposible no reconocer que Jesús había fracasado: vencido, humillado, muerto... Se acabó el sueño, pensarían sus discípulos. Después de verlo morir, al amanecer del domingo las mujeres solo querían enterrarlo dignamente, no había nada que esperar (Evangelio: Mateo 28, 1-10). Pero Dios estaba allí, con él, con ellas. Como Jesús es liberado de la muerte, así nuestra vida se puede librar de los pecados que nos esclavizan, por la fuerza de Dios, porque Él está con nosotros.