domingo, 3 de marzo de 2013

DOMINGO 3º de Cuaresma

      Las lecturas de la Eucaristía de este domingo parecen muy dispares, pero tratan de lo mismo. Hablan de un Dios que está constantemente acercándose a su pueblo, trabajando por él, advirtiéndole, corrigiéndole y alentándole.

      En la primera lectura (Éxodo 3, 1-8a. 13-15), Moisés se tropieza con Dios (porque Dios le sale al encuentro). Como no le conoce, se asusta: «Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios». Dios le da un mensaje para el pueblo. Y Pablo (2ª lectura: 1 Corintios 10, 1-6. 10-12) nos recuerda que el pueblo respondió mal a la llamada del Señor: «La mayoría de ellos no agradaron a Dios».

      Pero Jesús da un paso más. El Evangelio (Lucas 13, 1-9) nos muestra a Jesús recordando que no nos hagamos ilusiones, que no somos importantes por conocer a Dios, sino que Dios espera frutos de todo lo que ha sembrado en nosotros. Pero sin temor, porque Dios es como el viñador: siempre está dispuesto a darnos nuevas oportunidades.

      Y es que Jesús nos ha descubierto el corazón del Padre, y hemos visto que en él no hay amenazas sino sólo cariño maternal.