domingo, 24 de marzo de 2013

DOMINGO DE RAMOS

Jesus entra a Jerusalen

      La 1ª lectura (Isaías 50, 4-7) ofrece el «tercer cántico del Siervo» y es la perfecta introducción al relato de la Pasión (Lucas 24, 14-23, 56), así como la correción más enérgica a todo sentido externamente triunfal del Reino de Cristo. El triunfo de Jesús es la Resurrección, no el reconocimiento exterior de la nación judía, ni de los pueblos del mundo.

      La entrada de Jesús en Jerusalén, con la que empieza la lectura de la Pasión, parece triunfal, pero Jesús entra en la ciudad llorando por ella. El triunfo de Jesús es que el Espíritu es en Él tan fuerte que le hace capaz de arrastrar la cruz. Es lo que muestra Pablo en la 2ª lectura (Filipenses 2, 6-11): «actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz». Así, la cruz es el descenso total, el aparente fracaso, pero en ella descubrimos el triunfo, al estilo de Jesús.

      No creemos en Jesús por triunfos externos espectaculares, sino porque entregó su vida entera por todos hasta la muerte. De modo que: «al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la Tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre».