sábado, 23 de marzo de 2013

¡YA ES SEMANA SANTA!

Semana Santa 2013

      Ciertamente, una vez más, la Semana Santa comienza. Ha llegado una nueva primavera, y con ella, su primera luna llena, la llamada luna de Nisán. Es en estos días santos, en los que los cofrades y católicos en general, revivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; aunque este año, con un toque muy especial, ya que ésta es la Semana Santa del Año de la Fe, y en nuestra diócesis, también la del Año Jubilar de San Juan de Ávila. Estos matices, le dan a la Semana Mayor, motivos para vivirla más que nunca desde la fe, la conversión y la meditación.

      Desde la fe en ese Dios que tanto nos amó, que envió a su propio Hijo, para la salvación de todos nosotros; aunque también fe en la Madre, que como Estrella nos guía y protege día a día en nuestro caminar; fe también, en el propio Hijo: Jesús, que es enviado por el Padre para cargar con la cruz de todos nosotros; de nuestro pecado. Fe en el Espíritu Santo que nos llama a formar parte de la Iglesia. Fe en la propia Iglesia, a la que pertenecemos y que como Barca de Pedro es guiada por Jesús y por su representante en la Tierra: S.S. el Papa Francisco. Fe en nosotros mismos, es decir, en intentar mejorar nuestra situación y la del prójimo; para conseguir así un una sociedad mejor, y también una comunidad cristiana más seguidora del ejemplo de su Maestro y de su Bendita Madre.

      Aunque además, como apuntaba, debemos vivirla desde la conversión y la meditación, es decir, desde nuestro replanteamiento de la fe, para intentar mejorarla a través de la reflexión. Reflexión, que nuestro párroco-consiliario nos incitaba a realizar en la tarde del Viernes de Dolores en su homilía, como punto culminante de la Cuaresma y del triduo a Nuestra Señora de la Soledad y su Hijo Yacente: Dios, nos envía a su propio Hijo para que cargue con la cruz de nuestros pecados; ¿hemos meditado y reflexionado sobre este hecho que año tras año rememoramos en cada Semana Santa?; ¿nos hemos dado cuenta del profundo amor que Dios tiene hacia nosotros?; ¿verdaderamente somos merecedores de tanta bondad?

      Inauguremos definitivamente, la Semana Santa, y la clausuremos con un mismo sentimiento de profundo amor al Padre, diciéndole siempre que hablemos con Él: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad»; al igual que Jesús dijo a su amado Padre cuando oraba en el huerto: «Que se haga tu voluntad y no la mía». Quizás de esta forma, logremos la Resurrección al igual que Cristo.

José Antonio Cuevas Salguero 23/03/2013