sábado, 30 de marzo de 2013

SÁBADO SANTO. Vigilia Pascual


      Esta noche la celebración tiene dos partes: la vigilia pascual y la eucaristía.

      Llegamos al templo y todo está a oscuras. De pronto, al fondo del templo suena un grito: «¡Luz de Cristo!», y aparece un cirio encendido. Su llamita apenas ilumina un escaso entorno, pero en esa llamita se van encendiendo los cirios de todos y, al final, el templo entero resplandece. Un precioso símbolo: la noche de nuestra vida iluminada por la luz de Jesús resucitado, que nos comunicamos unos a otros.

      Luego, en la eucaristía, recordaremos nuestro bautismo, el día en que tomamos contacto con Jesús, el día en que empezó nuestra propia resurrección. Y lo haremos con el símbolo del agua, que nos da vida, frescura y fecundidad.

      Toda la celebración va acompañda de muchas lecturas, del Génesis, del Éxodo, de los profetas, que resumen la obra de salvación de Dios; de la cartas de Pablo a los Romanos (6, 3-11): «Así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva»; y del Evangelio de Lucas (24, 1-12), en que se cuenta el anuncio de la Resurrección a las mujeres: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO».